Lo que de Verdad Importa me pone en una situación muy
incómoda. Estrictamente hablando, la película es mala a pesar de contar con muy
nobles intenciones pero (y es un “pero” bastante grande), sí lo que afirma la
producción al final del filme es verdad, no puedo evitar aplaudir el compromiso
y dedicación de cada persona involucrada en este proyecto. Sé que esto suena un
tanto críptico pero veamos si puedo despejar el asunto en el transcurso de esta
reseña
En Lo que de Verdad Importa veremos la
historia de un joven con un peculiar don. Alec (Oliver Jackson-Cohen) es un
joven cuya vida parece carecer de todo sentido. Agobiado por sus deudas, Alec
es contactado por un familiar lejano que promete arreglar todos sus problemas
con una sola condición: Alec debe mudarse a Canadá y vivir ahí por todo un año.
Sin muchas opciones a la mano, Alec acepta la oferta y al vivir en un pequeño
pueblo canadiense comienza a descubrir el curioso pasado de su familia.
No hay
vuelta de hoja, Lo que de Verdad Importa
es una cinta bastante mala. El primer acto es excesivamente largo y repetitivo,
de hecho lo que se podría considerar la verdadera trama inicia alrededor de una
hora de que la película empieza. El humor es bastante inofensivo y “blanco”, lo
cual no tiene nada de malo pero en realidad, por mucho que la película se
esfuerza, el humor nunca funciona. Incluso el mensaje de la historia, aunque
bien intencionado, no deja de incomodarme de cierta manera.
Aunque no lo
diga explícitamente, la cinta toca el tema de la fe, incluyendo pero no limitándose
a la religiosa. No se trata de que tenga algo en contra de la fe como concepto
¡Por Cthulhu! La fe que tengo en que las cosas puedan mejorar es la única razón
por la que no me he volado la tapa de los sesos, pero la forma en que esta película
maneja el concepto me parece mal encaminado ya que lo relaciona con el muy
delicado tema del cáncer infantil. Tal vez de manera natural tener esperanza
sea inevitable para cualquier ser humano, pero me preocupa que el mensaje de Lo que de Verdad Importa pueda llegar a
malinterpretarse, mesclando los conceptos de “fe” con “falsas esperanzas”, algo
que a largo plazo, aun cuando esa no sea la intención de la producción, puede
ser algo increíblemente cruel.
Tomando en
cuenta todo lo anterior sería fácil tachar a Lo que de Verdad Importa como un desastre, y tal vez lo sea, pero
un mensaje durante los créditos hace que mi opinión cambie, por lo menos
parcialmente. Durante el final, de manera directa, el director de la película
aparece en pantalla y nos invita a promocionar la cinta ya que el 100% de lo
recaudado en taquilla será donado a una institución que se encarga de ayudar a
niños con cáncer, algo que, de ser cierto, convierte el ver esta película en
algo así como un acto de caridad, y por sínico y amargado que yo sea, eso
resulta un verdadero gesto admirable y algo que debo aplaudir. A final de cuentas,
y aunque tal vez eso haga que me tachen de monstruo desalmado, debo decir que Lo que de Verdad Importa es una de las películas
más melosas, aburridas y poco memorables que haya visto, lo siento, la película
es mala PERO si su intención de donar sus ganancias a una buena causa resulta
algo real y no solo un truco publicitario, entonces sí debo apoyar a la producción
y decir que vayan a ver esta película en el cine, no para disfrutar de un buen
filme, sino por el simple hecho de que pagar un boleto de cine se pueda convierta
en un bien mayor para alguien en verdad necesita.
Lo que de
Verdad Importa: 1/5. Mala.
Aun así, si
tienen oportunidad de verla, háganlo. Es por una causa noble.
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